Cuando hablamos de innovación abierta, la propiedad intelectual siempre aparece como tema de discusión fundamental, pues cumple un papel que es relevante para las empresas. La propiedad intelectual protege legalmente las ideas y deja una sensación de mayor seguridad y tranquilidad cuando se exponen las mismas en un proceso que, claramente, contrarresta el paso a paso tradicional de investigación y desarrollo.
¿Por qué?, normalmente, los procesos de innovación tienen un lugar secreto dentro de las empresas. En cambio, una empresa que innova abiertamente confía algunos de sus procesos de I+D en externos como competidores, clientes, proveedores, universidades, etc. Todo esto para propiciar un encuentro creativo que se fundamenta en el intercambio de conocimiento, buscando desarrollar soluciones novedosas y útiles. Y es justamente en esa novedad y utilidad donde reside el valor de proteger una idea o un producto, ya que es un conocimiento que luego puede ser capitalizado.
LAS IDEAS COMO UN ACTIVO PARA LAS EMPRESAS
Así es, las ideas se convierten en un activo y es la propiedad intelectual la que demuestra que ese activo le pertenece a una empresa, un colectivo o una persona. De esta manera, se vuelve un recurso imprescindible para cualquier proceso de innovación abierta, en donde se da un intercambio de ideas y patentes entre empresas y personas, negociando activos subutilizados para que sean aprovechados por otras compañías que pueden darle rentabilidad o abrir camino a nuevas oportunidades.
“El valor de una idea radica en su uso"
Thomas Edison
Thomas Edison, sin duda, fue uno de los inventores más destacados del siglo pasado. ¿Sabías que llegó a presentar más de 1.000 patentes en toda su vida? Aunque Edison quería proteger sus ideas y ponerles su sello de propiedad intelectual, entendió la importancia de usar sus contactos externos para fomentar la innovación y abrir el camino para que sus inventos lograran todo su potencial.
Thomas Edison trabajó con una red de expertos para desarrollar el primer circuito eléctrico de corriente continua. Sin esta red, su invento de la bombilla habría sido prácticamente inútil. Como ves, este personaje fue uno de los pioneros en lo que hoy conocemos como innovación abierta. Él entendió que, al permitir que otros hicieran aportes en su proceso, podía obtener mejores resultados en menos tiempo y reducir sus costos.
LA INNOVACIÓN ABIERTA ES SIEMPRE UNA BUENA IDEA
Entonces, ¿las empresas deberían abrir sus procesos de innovación con tranquilidad? La respuesta es un gran sí, pues la cantidad de ganancias que pueden obtener es infinita, mientras que los riesgos son prácticamente ninguno, siempre que, por supuesto, se haga una buena gestión de la propiedad intelectual.
Gracias a la innovación abierta, la empresas pueden:
Obtener mejores ideas a partir de cooperación en investigación entre empresas.
Integrar tecnologías de terceros.
Lograr alianzas estratégicas con otras compañías.
Acortar el tiempo para innovar.
Compartir riesgos.
Reducir costos.
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